Ahora blanqueo. ¿Y luego?
¿El sinceramiento de activos hacia atrás, presenta un problema hacia adelante? Los sectores informales de la economía luego del blanqueo. El contraste entre el pasado y el futuro.
Por Sebastian Kaufman
Mucho se ha escrito ya sobre la ley de blanqueo o sinceramiento fiscal y la normativa reglamentaria de la AFIP y otros organismos supervisores respecto de cómo se debe ingresar al balnqueo, las responsabilidades individuales, las responsabilidades de los sujetos obligados, etc. Sin embargo, poco y nada se ha dicho respecto de cuáles son las posibles consecuencias para las personas físicas y jurídicas y para el universo de sujetos obligados de aceptar blanqueos que han sido generados por flujos de fondos informales que, todo hace suponer, no necesariamente al sincerarlos se separan de los mecanismos que los generaron en primer lugar.
Es decir, si una empresa tiene estructurada una facturación en negro de por ejemplo el 30% de sus ingresos y gastos, y decide ingresar al sinceramiento para blanquear los activos adquiridos por las utilidades obtenidas en negro tanto para la empresa como para sus dueños en los últimos 10 años: ¿Cuáles son las garantías de que ese flujo negro desaparecerá de aquí en adelante? ¿Qué consecuencias puede acarrear esto para los beneficiarios del sinceramiento y los sujetos obligados que deben controlarlos?
Sabemos por sobrada experiencia que existen rubros de la economía argentina que tienen la capacidad de generar facturación en negro sin prácticamente riesgos asociados, esto es porque o bien manejan un alto monto de efectivo, o bien porque no deben registrar obligatoriamente movimientos que otro tipo de agentes económicos tienen más restringidos o cuentan con un menor margen de maniobra fiscal. Dicho esto, proponer un blanqueo a personas y empresas que no podrán resolver de manera consistente (quieran o no hacerlo) una brecha de facturación informal en el plazo de tiempo otorgado, pone en peligro el objetivo de fondo de todo blanqueo que es formalizar cada vez más las actividades económicas de quienes se encuentren por afuera.
Como dijimos en una columna anterior, nuestro país ha generado incentivos opuestos a la formalización a lo largo de su historia a raíz de reiteradas crisis económicas y políticas públicas distorsivas para con la confianza impositiva. Sin embargo, este blanqueo amplio podría ser un punto de inicio a la reconstrucción de esa confianza, aún presentándose bajo la amenaza que suponen los acuerdos de intercambio de información fiscal.
Pero, la pregunta que cabe hacerse ahora es: ¿Contempló la ley algún mecanismo de adecuación o transición, ayuda y acompañamiento de quienes ingresen al sinceramiento para reconvertir sus flujos de ingresos y egresos informales en formales de aquí en adelante? La respuesta claramente es no. Y por este motivo podremos esperar que surjan tanto inconsistencias a futuro en los perfiles patrimoniales, impositivos y de ingresos de los beneficiarios del blanqueo, lo que constituirá un riesgo a considerar por los sujetos obligados. Como así también posibles riesgos asociados de fiscalización focalizada para aquellos que blanqueen y no logren reconvertir sus economías informales de manera rápida y consistente en los próximos meses.